Podría definirse a la corrosión como el desgaste o la destrucción gradual desde la superficie hacia el interior de un sustrato metálico. La corrosión puede encontrarse a nuestro alrededor y seguramente no tenga que ir muy lejos para encontrarse una estructura con signos de corrosión: el óxido.
El óxido puede formarse en varios tipos de niveles en función a la exposición ambiental y el tipo de protección estructural. El proceso de la corrosión es complejo y puede acelerarse en términos generales por factores ambientales como ser la humedad, las temperaturas y los contaminantes.
Sin ir muy lejos técnicamente debemos saber que la corrosión es un proceso electro químico que ocurre en distintas etapas, principalmente en la superficie del sustrato. Para que se forme el óxido la reacción requiere la presencia de acero, oxígeno y agua.
En cuánto al aspecto de la corrosión, no todas las superficies de acero darán como resultado una corrosión uniforme. Hay varias formas de corrosión que incluyen por ejemplo picaduras (pitting) en el acero, lo cual tiene un impacto muy dañino en estructuras metálicas que transportan fluidos, provocando por ejemplo peligrosas fugas.
El control de la corrosión es más exigente en áreas donde la corrosión es más agresiva, como ser los entornos marinos y de alta mar. Los sistemas de recubrimientos de alto rendimiento se utilizan en estos entornos para garantizar la longevidad en el ciclo de vida de los activos.
¿Cómo podemos prevenir la corrosión?
Bueno primero debemos saber que los electrolitos en contacto con el metal tienen distintos niveles de conductividad. Por ejemplo, un electrolito es el agua de mar que rodea una plataforma en alta mar. Este electrolito es más conductor que otros electrolitos ya que tiene más cloruros. El nivel de cloruros también varía entre diferentes aguas alrededor del mundo, algunos mares tienen concentraciones muy altas de sales de cloruro, por lo tanto, son ambientes muy corrosivos.
Entonces ahora sabemos que los cloruros pueden ser acelerantes del proceso de corrosión y por lo tanto deben eliminarse obligadamente de las superficies metálicas; algo comunmente realizado para este fin es el lavado con agua dulce. Por ejemplo en entornos altamente salinos es necesario un lavado entre capas de pintura en esquemas de protección con pinturas anticorrosivas; dado que es hay que asegurarse que no queden sales atrapadas entre películas de pintura.
Por otro lado, además de cloruros, también tenemos sulfatos en los ambientes, que es un subproducto de la quema de combustibles fósiles en los que se obtiene por ejemplo dióxido de azufre. Este subproducto se combina con el agua de la atmósfera para formar ácidos sulfurosos y sulfúrico. Estos ácidos aumentan las tasas de corrosión y es común encontrarlos en entornos industriales.
Entonces, la fuerza impulsora que hace que los metales se corroan demasiado, es en realidad una consecuencia natural de su existencia temporal en forma metálica. Para llegar a ese estado metálico, es necesario que absorban energía y cada material lo hace a diferente velocidad; esto implica que cuanta más energía se absorba, mayor será la reactividad del metal.
El magnesio y el potasio por ejemplo, son muy reactivos, por lo tanto encabezan la serie galvánica. La serie galvánica es una tabla que se utiliza para demostrar la reactividad de diferentes metales. Cuando dos metales están en contacto entre sí, lo que suele suceder en el entorno marino, el metal más reactivo se corroerá con preferencia al metal menos reactivo. Por lo tanto, el aluminio se corroerá con preferencia al hierro cuando los dos están conectados entre sí o el hierro lo hará con preferencia al cobre.
La serie galvánica entonces será muy importante en la etapa de diseño de activos marinos y plantas industriales, teniendo en cuenta diferentes materiales en la fase constructiva. Por ejemplo, los ánodos de aluminio y zinc son un sistema utilizado para los métodos de protección contra la corrosión galvánica. Los ánodos se fijan a superficies de acero en estructuras subterraneas o sumergidas, como los pilares de las plataformas petrolíferas, tuberías, etc. Los metales más reactivos como aluminio y zinc se corroerán siempre con preferencia al substrato subyacente.
Estos ánodos previamente mencionados, están disponibles en varias formas y tamaño para poder aplicarse en todo tipo de estructuras. Es importante mencionar que los ánodos no deben pintarse.
Respecto a otros métodos anticorrosivos, pueden los recubrimientos aplicados al acero limpio, actuar como barrera física y reducir el ataque atmosférico, la humedad y la penetración; esto se conoce como permeabilidad y todos los recubrimientos son permeables a distintas velocidades.
Las capas corrosivas, como imprimaciones de zinc, actúan de forma sacrificada y se corroen antes que el sustrato de acero para el cual está diseñados a proteger. Los recubrimientos de alto espesor retrasarán el paso de la humedad y los contaminantes en general. Tener un sistema de recubrimientos especificado y correctamente aplicado ha demostrado tener muy buena efectividad en la lucha contra la corrosión; por lo tanto es imperativo asegurarse que la especificación del recubrimiento esté escrita correctamente y aplicada de manera profesional.
Desde F4 Warehouse fomentamos la protección de los activos metálicos con recubrimientos anticorrosivos como pinturas industriales. Pueden contactarnos para recibir asesoramiento respecto a qué tipo de productos deberían aplicar.